El tratamiento de fertilización in vitro (FIV) se ha vuelto más exitoso y personalizado con los rápidos avances tecnológicos. La biopsia de embriones permite el diagnóstico de enfermedades genéticas, asegurando la transferencia de un embrión sano. La microscopía de time-lapse monitorea continuamente el desarrollo del embrión, permitiendo la selección del embrión más adecuado. El PGT-A (prueba genética preimplantacional) elimina embriones con anomalías cromosómicas, aumentando las posibilidades de embarazo. Las tecnologías de congelación de óvulos y espermatozoides han ampliado las opciones de tratamiento para personas de edad materna avanzada o portadoras de enfermedades genéticas.
El procedimiento general de FIV incluye la estimulación ovárica, la extracción de óvulos, la preparación de espermatozoides, la fertilización, el cultivo de embriones y la transferencia al útero. La extracción de óvulos se realiza con técnicas quirúrgicas mínimamente invasivas, reduciendo las complicaciones. La transferencia de embriones se realiza bajo guía ecográfica utilizando un catéter fino.
El mayor beneficio de la FIV es ofrecer una oportunidad de embarazo a parejas que no pueden concebir de forma natural. Además, permite la prevención de enfermedades genéticas. La recuperación después del tratamiento es generalmente breve, y la mayoría de los pacientes pueden volver a su vida diaria en una semana. Sin embargo, el tiempo de recuperación puede variar de persona a persona según las circunstancias individuales.
